sábado, 7 de junio de 2014

LOS HIJOS. LA MEJOR MEDICINA

     Qué hacer cuando un día vas al médico y te da una mala noticia (solo mala, no malísima). Sales de la consulta, lo intentas asimilar, te caes, te levantas, te vuelves a caer, te repones y te paras a pensar con calma ..." todo controlado, esto es algo pasajero y enseguida estarás de nuevo dando guerra". A veces unas etapas duran más que otras, pero intentas que no se alarguen más de lo necesario, aunque a veces cueste ... Al final lo único que quieres es que pasen lo días, pasar por el taller a que te hagan un par de arreglillos y recuperar la normalidad.

     Entre tanto te das cuenta que no estás sola, ¿de dónde ha salido toda esta gente que no para de regalarte piropos y palabras de ánimo? Anda que no has estado ciega todo este tiempo que ni les veías y resulta que tienes a un batallón a tu lado que te acompaña, sobre todo a esa pequeña avanzadilla a la que te faltarán días para recompensarles. Pues si que te va a salir cara la celebración cuando todo esto pase ...

     Pero sin duda lo mejor de todo, lo que hace que no se te vaya la sonrisa en ningún momento sin importar como te encuentres, es girar la cabeza y ver a tu lado a esa preciosidad de niña que es tu hija que se te cuela en la cama a las 4 de la mañana para que no se te olvide lo que te quiere (junto con un papá que en escasos días se ha ganado el título de santo, supermarido y superpadrazo a la vez).
     Ya estabas convencida desde el primer instante en que la tuviste n brazos, era lo mejor que habías hecho nunca, ahora sabes también que no hay mejor medicina. Y como no va a ser así si cada día te sorprende con algo nuevo, si es que sus problemas son mucho mas interesantes que los tuyos, es mas divertido preocuparse por donde se ha escondido la princesa Margarita o que se le haya escapado el globo a Pocoyó, que pensar en tus cosas de mayores.

    Mira que estaba abandonado el blog, y a lo mejor ésta tampoco sea la manera más alegre de retomarlo, pero oye, mientras esperar a que te den cita en el taller, tener un rinconcillo en el que desahogarse es buenísimo como terapia. Os lo recomiendo.

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